Empatía como estrategia

Empatía como estrategia

A menudo oímos hablar de empatía, y seguro que mucho habéis escuchado su definición como ‘la capacidad de ponerse en el lugar del otro’.

Si nos paramos a pensar en este concepto parece algo natural, ¿verdad? ¿Quién no ha visto alguna vez una película y se ha emocionado al ver y sentir la alegría o tristeza del protagonista?

Si bien es cierto que hay personas con más facilidad y predisposición para ser empáticas, también es verdad que ser empátic@ es algo tremendamente complicado.

Ego, dame un respiro…

Nuestro día a día, la pelea que he tenido esta mañana con mi hijo, la multa que me acaba de llegar… vivimos inmersos en nosotros, en nuestras preocupaciones, prejuicios, estatus.

¿Creéis que es posible escuchar empáticamente sin renunciar a aquello que es nuestro? Nuestro modo de pensar, nuestra manera de ver las cosas, nuestras inseguridades, entre otras, bloquean la capacidad de comprender auténticamente al otro.

La empatía sólo se hace posible si conseguimos escuchar dejando a un lado nuestras preocupaciones, puntos de vista y valores para entrar en el mundo del otro. De verdad y sin fingir. ¡Y qué difícil es!

¿Y dónde está la parte estratégica?

La empatía es eficaz y nos hace mejores.  Mejores líderes, mejores compañeros, mejores amigos, mejores comerciales, mejores padres, hijos, personas…

La empatía une y refuerza.

Pensad en vosotros: ¿no os sentís mucho más comprometidos con aquellas personas que os escuchan y se esfuerzan en comprenderos? ¿Aquellas personas que, sin juzgar, son capaces de ver el mundo con vuestros ojos y corazón?

Ser empáticos quizás pueda esconder una de las claves más importantes de la persuasión.

Un gran ejemplo de empatía como estrategia, y me quedo corta.

Seguro que conocéis la vida de Nelson Mandela, el cuál fue nombrado presidente de Sudáfrica después de haber sido encarcelado durante más de 20 años por defender los derechos de la población negra.

Su país estaba cerca de una guerra civil. En esa difícil situación, Mandela optó por liderar la negociación y comunicación desde la empatía y el respeto. ¿Cómo? Dejando de un lado lo vivido para unir y crear lazos.

Llevó a cabo acciones como la de aprender la cultura e idioma afrikáner (etnia blanca), perdonar a los miembros del gobierno anterior al lograr la presidencia, invitar a algunos antiguos ministros a formar parte del nuevo gobierno y, como no, utilizar elementos importantes de la sociedad afrikaner –el rugby– como herramienta de unión (¡Si no habéis visto la película Invictus, os la recomiendo!).

Con este tipo de acciones Nelson Mandela no sólo consiguió entender la forma de ser y pensar del colectivo afrikáner, sino también logró su afecto y respeto. Favoreció el entendimiento entre ambas culturas, redujo la conflictividad y creó lazos para un futuro conjunto.

¿Os imagináis los lazos que podríamos crear nosotros si incorporáramos la empatía en nuestra comunicación y relación con los demás?

 “Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él.

Entonces se convierte en tu compañero”

Nelson Mandela

Anna Gascon