No tengas miedo a la oscuridad

No tengas miedo a la oscuridad

Recuerdo de pequeña el miedo que me daba apagar la luz de la habitación y quedarme a oscuras. En mi cabeza se amontonaban imágenes de vampiros y monstruos rifándose la posibilidad de morderme, raptarme o qué se yo.

Ya de adulta el miedo me sigue de cerca, aunque quizás mis ojos ya están más acostumbrados a ver cuándo no hay luz.

Estos últimos meses he tenido la oportunidad de hablar con varios amigos y colegas de trabajo y, en muchas de las conversaciones, el miedo a la oscuridad aún salía reflejado. Aunque la oscuridad en estos casos ya no era una habitación sin luz; era más el no saber qué va a pasar, el desconocimiento de lo que nos depara, lo desconocido. Y los monstruos ya no tenían colmillos; se parecían más a ‘quedarme sin trabajo’, equivocarme y no poder volver atrás’, ‘defraudar y estar solo’ y muchos animalejos más de la misma familia.

Y eso da miedo. Cuantas veces el corazón nos dice que saltemos al vacío y la cabeza nos recuerda que el vacío da miedo…

Durante mis años estudiando psicología hablamos mucho del miedo, algo emocionalmente tan intenso que puede llegar a condicionarnos e influirnos de maneras insospechadas. Y últimamente, más con la situación que estamos viviendo en Europa, éste se ha convertido en una de nuestras peores enfermedades.

Pongámonos en un ambiente laboral y pensemos en qué reacciones podemos ver ante el miedo:

  • Huir: cuantas veces nos hemos excusado o autoconvencido de que no podíamos hacer algo nuevo? No, yo no sirvo para esto; no, yo no sé hablar en público…
  • Atacar: has vivido la experiencia de tener un compañero o jefe que te pisa por miedo a quedarse atrás?
  • Quedarse inmóvil: quizás una de las reacciones más comunes: mejor me quedo como estoy, no sea que el tiro me salga por la culata; mejor paso desapercibido y así no se meten conmigo; mejor olvido mis sueños porque quedándome donde estoy puedo pagar mis facturas.

Quizás lo más difícil y el primer paso para superar nuestros miedos es DARNOS CUENTA de que tenemos miedo; darnos cuenta de que la oscuridad aún nos asusta.

Sólo viendo a nuestros monstruos cara a cara podremos ver cómo hacerlos pequeños, cómo ponerlos de nuestra parte o cómo hacerlos desaparecer.

Como dijo Nelson Mandela:

No es valiente quien no tiene miedo, sino quién sabe conquistarlo’.

A.C.G