6 tips para realizar un despido que no hunda a tus empleados
La mayoría de empresas no saben cómo realizar un despido
Muchas empresas hablan actualmente de la gestión por valores, se venden como entidades que abogan por el impacto positivo, el people centricity, el buen trato a las personas, el cuidado del medioambiente… Pues no. Mentira. Muchas sí son sinceras en estas reclamaciones, pero la mayoría no.
Tan solo hay que ver cómo se despiden a las personas para saber que ese impacto positivo suele ser falso. Es perfectamente posible que llegue un momento en que un empleado, por la circunstancia que sea, ya no encaje; y está bien, puede que el despido sea la mejor opción. Pero en este tipo de situaciones es importante ser coherente con quien decimos ser y tratar a la persona que tenemos delante como lo que es: un ser humano. Mostrar gratitud y hacer sentir su valía pueden marcar la diferencia en la experiencia vital que ese exempleado experimente en el momento del despido. Dependerá de nosotros, y de cómo afrontemos profesionalmente esa situación, el hacer sentir a las personas respetadas -aunque sea un contexto difícil-, o humilladas.
El momento actual es complicado e inestable, se siguen perdiendo muchos puestos de trabajo. Es nuestra obligación recordar la importancia de hacerlo bien, con conciencia, con empatía. Tener la voluntad de implicarnos y preocuparnos por cómo el otro está viviendo ese momento. Hacer lo que esté a nuestro alcance para aligerarlo. Despedir no puede convertirse en un trámite.
Reflexionemos qué significa un despido… ¿Qué puede implicar para la persona? Por ejemplo, conlleva comunicarlo a su pareja o a sus hijos. Supone la angustia de no poder hacer frente a facturas, hipotecas. Acarrea el miedo a no saber por dónde empezar para encontrar un nuevo trabajo.
¿Cómo lo hacemos para realizar un despido con valores?
1) No sorprender
Antes de entrar a hablar del despido como tal, es importante entender que también hay un esfuerzo previo a la destitución. Hay muchas maneras de hacer ver a la persona que su desempeño no es el esperado y darle la oportunidad de cambiarlo, no entraremos ahora en este menester, pero es interesante tenerlo en cuenta.
2) No procrastinar la decisión
Supongamos que hemos dado la última oportunidad y, finalmente, esta no ha llegado a buen puerto. Ya sea por rendimiento, encaje cultural u otra variante. Cuando tengamos claro que la decisión ha de ser tomada, no perdamos tiempo y hagámoslo. Es importante no alargar la agonía. Todos sabemos que despedir a alguien es complicado y muchos dejamos pasar el tiempo como si por arte de magia eso se fuera a arreglar. Eso no es justo, ni para la persona, ni para la organización, ni para los equipos. Si sabemos que una relación no funciona, hablémoslo. En primer lugar, para no sorprender, en segundo lugar, porque no es justo esperar a que la situación empeore o explote para tomar una decisión.
3) Preparar la reunión
Parece obvio, pero no lo es. Es esencial. Primero, estudiando los motivos del despido y luego tomándose el tiempo necesario para preparar el momento, incluso si hace falta practicando lo que diremos. Hemos de asegurarnos que podemos comunicar los motivos de una forma clara y sencilla para que la persona pueda entenderlos.
4) No sobreexplicar
En el momento de dar ese mensaje es muy importante no explicar grandes historias, pomposos discursos, ni sobre justificarse. La clave es encontrar la mejor manera posible de dar el mensaje de forma directa y sencilla. Después de un “hola, ¿cómo estás?”, no deberíamos tardar más de 30 o 40 segundos en dar la noticia porque, de lo contrario, y si entramos en discursos eternos, confundimos y mareamos a la persona. Seamos justos con quien tenemos delante. Tengamos en cuenta que la reunión no es para debatir, sino para comunicar la decisión y para agradecer. Asimismo, también para dar un espacio en el que resolver dudas que la persona pueda tener.
5) Gestionar las emociones
Es una parte muy importante aprender a gestionar y legitimar las emociones. Es probable que en muchas de esas comunicaciones surjan sentimientos encontrados y tenemos que aprender a gestionarlos. Es una situación tensa, es normal, las emociones son sanas y darles espacio es lo correcto. Incluso hemos de ayudar a las personas responsables de dar esa comunicación a gestionarlas, porque muchas veces van a ser de alto voltaje y debemos apoyar, en la medida de lo posible, en el afrontamiento de la noticia.
Es relevante que entendamos que el cómo damos el mensaje puede afectar a la persona despedida pero también a la persona que lo está comunicando. Por lo que es significativo ofrecer esas pautas prácticas y necesarias aplicar en ese momento. Por ejemplo, herramientas de mindfulness y yoga. La autoobservación, la respiración, buscar ese equilibrio, la calma interna emocional y la externa que es generar un clima agradable.
6) Seamos humanos
Este punto lo resume todo. Olvidémonos de la típica frase; “Hola, estás despedido”. No somos autómatas. Somos personas y como tales hemos de comunicarnos. Podemos hablar desde el corazón sin perder de vista el foco, que en este caso es el sujeto que está siendo despedido. Podemos decir que nos sabe mal, podemos expresar que es algo difícil para nosotros, pero siempre recordando que nos hemos de asegurar que el ser humano que está delante entiende la situación y se siente, sobre todo, respetado.
Los valores no son posters en nuestros pasillos, o palabras para utilizar en un proceso de selección. Hemos de ser coherentes con ellos en toda la trayectoria. Y el despido es uno de esos momentos fundamentales para demostrar que realmente nos importan las personas. Preparemos el escenario, preparemos el mensaje, cuidemos a quienes tenemos delante. Tratémoslos como nos gustaría que trataran a nuestros hijos, a nuestros seres queridos. No son ni mejores ni peores. Ese día les ha tocado estar ahí, mañana podemos estar nosotros.
¿Qué pasa después del despido?
Muchas empresas apuestan por un plan de outplacement. Es importante seleccionar aquellos que acompañen a las personas como personas, así de sencillo. No vale el escoger una empresa de recolocación por precio, por sus instalaciones, por tecnología. Es importante que esa entidad ofrezca un acompañamiento que vaya más allá. Obviamente es vital tener en cuenta la parte técnica, de estrategia de búsqueda, de proyecto profesional, la estrategia de networking. Pero también es menester tener en cuenta el nivel emocional y espiritual: analizar valores, analizar vocación, decidir qué le puede hacer feliz. Eso es lo que hacemos en Ethikos 3.0, realizando un outplacement por valores. Reflexionamos con la persona para pensar qué quiere, qué falló y así definir una estrategia. Y ahí sí: ir a por todas.
No perdáis nunca esa humanidad y esencia que os define. Podemos inspirar e impactar positivamente con nuestras acciones, incluso en un despido.
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