Elegir la carrera con 18 años, ¿no es muy pronto?

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¿Cuántos jóvenes entran en una carrera pensando que van a cambiar el mundo y, al final, el mundo les acaba cambiando a ellos? La universidad es un crisol de sueños rotos. Para muchos es la mejor etapa de su vida, pero eso no quita que, a su vez, termine siendo un engaño. O la prueba de haber elegido mal cuando, con apenas 18 años, te obligan a escoger el camino que determinará tu futuro. Algunos se salen de ese camino, otros nunca lo terminan.

¿Somos demasiado jóvenes para elegir una carrera con 18 años? Parece que sí, ¿no? Pero, entonces, ¿cuándo sería adecuado escoger? Es una pregunta con una respuesta muy difícil, si es que la tiene.

Según los datos proporcionados por las universidades españolas, un 34% de los universitarios en España acaba abandonando los estudios en el primer año de universidad. Y de los que dejan el grado con el que empezaron, más de la mitad lo hacen cambiándose de carrera.

A los 18 años, tenemos mucho que aprender y experimentar en todos los aspectos de la vida. Sin embargo, a pesar de no saber mucho sobre esta, se espera que sepamos a lo que nos queremos dedicar a lo largo de nuestra existencia.

Este fenómeno de abandono afecta a todas las instituciones universitarias, pero en diferente forma e intensidad.

¿Por qué dejan los universitarios los estudios?

Entre las causas por las que los alumnos dejan los estudios destacan las siguientes:

Rendimiento académico del estudiante.

Los que aprueban menos asignaturas, estadísticamente, son los más proclives a dejar la carrera. El motivo por el que una persona tiene problemas para aprobar no es tan sencillo como tener más o menos capacidades, también depende de su situación económica (si trabajas para pagarte la universidad vas a estar en clara desventaja porque tendrás menos tiempo libre para dedicarle al estudio) y de su motivación (aquí entra, sobre todo, la variable de si has elegido realmente la carrera que te apasiona).

Origen socioeconómico

En relación con lo anteriormente dicho, los estudiantes que provienen de un origen socioeconómico humilde tienen mayores probabilidades de abandono en el primer año que los que tienen familias con altas capacidades económicas. La desigualdad en la universidad es un hecho. Los hijos de familias pobres lo tienen más difícil para llegar y para mantenerse debido a no tener un colchón económico que les sostenga y ayude.

Carreras con menos continuidad

Ciertas carreras tienen peores números en cuanto a continuidad. Disciplinas muy distintas, además. Las que sufren más este fenómeno son las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), pero las de Artes y Humanidades les van a la zaga. Por su parte, los estudiantes de ciencias sociales y ciencias de la salud son los que más probabilidades tienen de no dejar sus estudios.

Eficiencia educativa

Otro factor a tener en cuenta es el de un diseño ineficiente de los planes de estudio y el de la carencia de orientación y formación previa de los estudiantes. Los docentes también son un factor clave. Es decir, la calidad de los estudios, ya sean los previos a llegar a la carrera, como los que desarrollan en la universidad, es absolutamente vital.

Evidentemente hay más razones y variables, pero estas son las más remarcables, al menos en el caso de las Universidades españolas.

Por otro lado, cuando los jóvenes acaban sus estudios, si tienen suerte, entran en el mundo laboral. Los datos en este sentido tampoco son muy esperanzadores, pero en este caso nos vamos a centrar el disengagement que sufre la Generación Z y los Millennials. Obviamente este desencanto va mucho más allá de haber escogido bien o no la carrera universitaria, pero sigue siendo un factor importante a tener en cuenta.

Los estudios al respecto

A continuación, os dejaremos un compendio de datos que hemos extrado del último estudio de la consultoría Deloitte, aquí tenéis el enlace por si queréis estudiarlo por vuestra cuenta: The Deloitte Global 2022 Gen Z and Millennial Survey.

El 40% de la Gen Z y el 24% de los Millennials quieren dejar su trabajo antes de que pasen dos años, más del 30% de ellos, en ambos casos, lo harían incluso aunque no encuentren otro empleo.

Prácticamente la mitad de Millenials (45%) y Zs (46%) se sienten quemados en su empleo. El burnout es un fenómeno que está sacudiendo a las empresas y al rendimiento de los trabajadores. Las generaciones más jóvenes no escapan de esto.

“La vida es demasiado corta para dedicarla a hacer algo que no disfrutas”, es un mantra que podría aplicarse perfectamente al pensamiento colectivo de la Generación Z.  La mayor parte de las nuevas generaciones quieren emplear su esfuerzo en un trabajo con un propósito, que marque la diferencia y tenga un impacto positivo. Es un objetivo loable, por supuesto. Pero parte del privilegio de quienes pueden decidir, porque muchos no eligen, no porque no quieran, sino porque no pueden. Tampoco está de más recordarlo.

 

Por: Sergio López Esteban – Marketing Specialist

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