Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia

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El 11 de febrero reivindicamos el papel de las mujeres en la historia de la ciencia 

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se celebra cada año el 11 de febrero desde que la ONU lo aprobó en 2016 con el objetivo de lograr la participación plena y equitativa de mujeres y niñas en el mundo científico. También sirve como recordatorio y reivindicación del papel crucial que ellas han tenido en la historia de la ciencia, frecuentemente silenciado y negado por el machismo imperante que históricamente ha dominado esta área del saber. 

Las mujeres han estado durante toda la historia infrarrepresentadas en el ámbito científico y técnico, siendo su presencia en el mundo STEM -ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas en sus siglas en inglés- como algo frenado, tapado e incluso perseguido, con mayor o menor intensidad en función de la época, pero de una forma constante. Actualmente, pese a los constantes avances, lo siguen estando. Sobre todo en el área tecnológica del mundo laboral. 

La presencia de mujeres en materiales educativos STEM en España actualmente no llega al 8%, algo totalmente injusto teniendo en cuenta la importancia que han tenido estas y el silenciamiento perpetuo que han sufrido. Esta omisión ha sido descrita y teorizada y se conoce como el Efecto Matilda, expresión acuñada en 1993 por la historiadora Margaret W. Rossiter, que popularizó la lucha por el reconocimiento histórico de personas que cayeron en el olvido por el simple hecho de ser mujeres.  

Rossiter dedicó su vida a documentar las vidas de las abandonadas por los libros de historia desde su posición como profesora en la Universidad Cornell. Para ella había excepciones como la Premio Nobel Marie Curie que sí eran mundialmente conocidas, pero lo más común es que las grandes mujeres de la ciencia quedaran en el olvido. 

Quien inspiró el nombre del “Efecto Matilda” también fue una de tantas desdeñadas: Matilda Joslyn Gage. Ella, a su vez, fue una pionera en denunciar el sistemático silenciamiento al que se sometían las mujeres en el mundo científico. Gage también fue una destacada luchadora en el derecho al voto, pero en este aspecto también sufrió un acallamiento histórico, sus propias compañeras (llegó a co-escribir con Elizabeth Cady Stanton, Susan B. Anthony, e Ida Husted Harper el libro History of Woman Suffrage) la apartaron debido a disputas personales. 

En 2021 la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) de España realizó una campaña relacionada con este fenómeno. «No more Matildas” nació con la intención de dar a conocerlo, así como sus perniciosos efectos para la sociedad. Carmen Fenoll, presidenta de la asociación, aseveró para BBC lo siguiente: «Ya iba siendo hora de que se recuperen tantas figuras perdidas, no solo porque es de justicia histórica, sino porque pueden ser modelos que cambien para siempre la percepción que tienen las niñas acera de la ciencia y lo adecuadas que son para ellas» 

Esta iniciativa consiguió rescatar del olvido a mujeres que no pudieron convertirse en el espejo sobre el que mirarse para las niñas a lo largo de la historia, que desde pequeñas fueron criadas en la creencia de que la ciencia era un mundo exclusivamente masculino. 

Según la ONU las mujeres son menos de un 30% de todos los investigadores científicos mundiales y solo el 3% de los Nobel científicos los han recibido ellas. 

Por otro lado, la situación de la mujer sigue siendo de desigualdad y la pandemia acrecentó este fenómeno. Según afirma el Ministerio de Ciencia e Innovación de España, el 40% de las científicas tuvo que dedicar un tiempo considerable a los cuidados de hijos y padres, mientras que tan solo el 15% de los hombres lo hizo. 

En lo que se refiere a la brecha salarial, aún siguen existiendo diferencias palpables. Según el informe She Figures 2021: Gender in Research and Innovation. Statistics and Indicators, elaborado por la Comisión Europea, las mujeres científicas que trabajan en el ámbito I+D en la UE llegan a ganar un 17% menos que sus homólogos.  

Pero también hay datos positivos, según el mismo informe, durante la última década ha habido significativos desarrollos en la UE para cerrar la brecha de género en la representación de las mujeres en los doctorados del ámbito científico. La proporción de mujeres graduadas como doctoras en la actualidad ha alcanzado casi la ansiada paridad, según el estudio antes citado. 

Mujeres que hicieron historia 

En la historia de la ciencia ha habido muchas mujeres que han dejado huella y contribuido al avance científico de la humanidad, aquí exponemos diversos ejemplos de mentes extraordinarias que, en mayor o menor medida, sufrieron el “Efecto Matilda”. 

Mileva Marić, coautora de la Teoría de la Relatividad 

Mileva nació en Titel, actual Serbia y por aquel entonces aún parte del imperio Austrohúngaro, el año 1875. Históricamente ha sido conocida como la primera mujer de Einstein, pero su contribución a la historia de la ciencia y, por ende, de la humanidad, fue mucho más allá, siendo una parte vital en la consecución de la teoría de la relatividad. Es otra de tantas mujeres que pudo haber ganado el Premio Nobel, pero el contexto social de la época se lo puso imposible por ser mujer. Al final de su vida se dedicó a impartir clases de matemáticas, música y física. 

Su participación en la teoría de la relatividad ya es de consenso en la comunidad científica, e incluso hay teóricos –como Evan Harris– que aseveran que esta teoría empezó con una tesis que Mileva escribió y presentó en el Instituto Politécnico de Zúrich. Mientras que su marido pudo terminar el doctorado, ella tuvo que dejarlo al quedarse embarazada y tener que adecuarse a los estándares de conducta de la época. Lo que es incontestable es que ella tuvo una importancia capital en la consecución de la conocida como mayor obra de Albert Einstein, sobre todo en el desarrollo de las fórmulas matemáticas, ámbito en el que era muy superior a su marido. 

Hipatia de Alejandría, emblema del pensamiento clásico 

Hipatia (370-415) fue una filósofa neoplatónica griega, natural de Egipto. Nació en Alejandría, perteneciente en esos momentos al Imperio Romano y emblema de la civilización grecorromana. Se la considera la primera mujer astrónoma con una vida entregada a la ciencia.  

Tuvo una gran cantidad de discípulos, ejerciendo como distinguida profesora en matemáticas, filosofía y astronomía. Fue considerada una de las mentes más brillantes de su tiempo y gozó del reconocimiento y admiración del mundo científico pese a vivir en una época en que la ciencia, frecuentemente, era un conocimiento negado a las mujeres. 

En un contexto de constante conflicto religioso ella era atea, aunque seguía las tradiciones paganas. Su formación era clásica y respetaba todas las religiones, aceptando alumnos fueran cuales fueran sus creencias. No tuvo la suerte de que los cristianos fueran tan tolerantes con ella. 

Hipatia inventó el densímetro, un aparato que mide la densidad de los líquidos fundamentándose en el principio de Arquímedes. Además, fue partícipe en el perfeccionamiento de los astrolabios, instrumento para el estudio de las estrellas, esto la lleva a ser catalogada como una pionera para las mujeres en el mundo científico. 

Era una persona admirada y querida en Alejandría por todos los estratos sociales y consultada frecuentemente por los mismos académicos. Esto despertó las suspicacias de los religiosos más radicales. 

Su final resultó triste y violento. Murió asesinada por una turba de fanáticos religiosos, cristianos que la arrastraron hasta una iglesia, donde fue vejada y liquidada. Este hecho ha pasado a la historia como un crimen sobrecogedor e infame ya en su época, siendo conocido en todo el Mediterráneo antiguo. Hipatia es vista como una mártir del conocimiento, la libertad y la tolerancia, mientras que su muerte sirve como punto de partida simbólico del avance del oscurantismo medieval y la decadencia del pensamiento clásico.  

Ella era la principal representante en Alejandría del saber y la ciencia, valores que la iglesia primitiva asociaba con el paganismo. La organización religiosa trató de borrarla de la historia, pero no pudo puesto que sus contemporáneos la admiraron fervientemente y dejaron constancia de su vida y obra.  

Actualmente se considera a Hipatia como un ejemplo de mujer independiente y liberada, que vivió dando ejemplo de tolerancia y murió como una mártir de la ciencia, velando por la herencia clásica en un contexto que era cada vez adverso hacia la libertad de pensamiento del helenismo. 

María Gaetana Agnesi, autor de Instituciones Analíticas 

María Gaetana Agnesi es la máxima representante del nutrido grupo de mujeres científicas que surgió en la Italia de la Ilustración. Nacida en Milán en 1718, fue una niña precoz y superdotada que con 9 años ya hablaba siete idiomas; italiano, francés, español, latín, griego, alemán y hebreo. También reivindicó desde bien pequeña el derecho de las mujeres a estudiar ciencia. 

Pese a sus deseos de ser monja y así tener la libertad de poder dedicar su tiempo a estudios científicos, su padre le prohibió integrarse en un convento puesto que le exigió estar disponible para sus cuidados y el de sus hermanos. 

Su gran obra fue Instituciones analíticas, que le costó diez años de trabajo. Es una recopilación matemática, sobre todo de álgebra y geometría. Lo inició como un libro para facilitar el estudio de sus hermanos pequeños y acabó siendo un hito científico.  

Se utilizó como manual en diversas universidades europeas y durante décadas fue el texto relativo a las matemáticas más editado. Pese a ello no fue admitida en la academia de las ciencias debido al asfixiante machismo de la época. 

Agnesi es considerada la primera profesora de matemáticas de la Universidad de Bologna, designada por el mismo papa Benedicto XIV para la cátedra de filosofía natural y matemáticas de esa misma universidad. 

A los 34 años, con la muerte de su padre, María renunció a las matemáticas de por vida y enfocó su vida al estudio teológico y a la filantropía. Vendió sus propiedades para ayudar a los más necesitados, ejerciendo como directora y enfermera del Hospicio Trivulzio de Milán y finalizando su vida con 81 años. 

Natalia Larrea, un ejemplo de mujeres científicas en la actualidad 

Natalia Larrea es una ingeniera aeroespacial española que ha comandado con éxito una simulación de viaje a Marte realizada por la ONG “Mars Desert Resarch Station”. La expedición, realizada en el desierto del estado de Utah por su similitud con el Planeta Rojo, constó de ocho personas elegidas por sus habilidades para poder sobrevivir en un contexto tan hostil y, a la vez, conseguir desarrollar un proyecto relacionado con el cultivo y la producción de alimentos. Ser capaces de utilizar los recursos existentes en Marte será vital para un eventual éxito en la colonización del planeta. 

Natalia está desarrollando su camino a pasos agigantados, en 2019 fue seleccionada para la lista “35 under 35” del Instituto Internacional de Comercio Espacial, siendo considerada como una de las grandes promesas del mundo en el estudio del espacio. 

Actualmente trabaja en Montreal para Euroconsult en funciones de consultora especialista en el sector espacial. Llegó a Canadá como becaria de la Caixa, para estudiar un máster en la prestigiosa McGill University que le valió para titularse como ingeniera aeroespacial y posteriormente ser elegida para el programa NASA Academy, desarrollando su trabajo en los ámbitos de exploración y astronomía, siendo, además, la primera española en hacerlo. 

Elena García Armada, creadora del primer exoesqueleto biónico infantil 

Elena es la científica española que ha revolucionado el campo de los problemas neurodegenerativos en niños. Doctora en robótica, lleva investigando desde 2009 -cuando conoció a una niña que sufría una grave tetraplejia- el desarrollo de robots orientados a mejorar las capacidades físicas y la movilidad de los niños que sufren enfermedades neurodegenerativas, lesiones medulares, parálisis cerebral y, en general, cualquier complicación musculoesquelética. 

Lo ha conseguido con la invención de Atlas 2030, el primero exoesqueleto biónico infantil. Consiste en un robot que se adapta al cuerpo del niño mediante un peto mecánico e interpreta los movimientos que el pequeño quiera realizar, consiguiendo mejorar su autonomía y actividad física. 

Además, García Armada también es conocida por la creación de SILO 4, un robot ideado para funciones de rescate en catástrofes naturales y para desactivar campos de minas. Mediante el uso de sensores el robot es capaz de percibir las peculiaridades del entorno y actuar en consecuencia, lo que lo hace ideal para actividades de reconocimiento. 

Por: Sergio López – Marketing digital

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