Aprende a identificar a las personas tóxicas en tu trabajo

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Sabemos que estos sujetos pueden arruinar tu empresa, te ayudamos a detectarlos

Hoy volvemos a hablar de las personas tóxicas. Pero esta vez será con la intención de aconsejaros cómo detectarlas en vuestro lugar de trabajo y así actuar en consecuencia. Por si alguien quiere refrescar la memoria, en este otro artículo os explicamos lo increíblemente dañinos que pueden ser para el ambiente de una empresa.

Os dejamos los siguientes consejos, con estos podréis percibir más fácilmente a los “compañeros” que traen toxicidad al ambiente laboral.

1) Utilizan formas groseras e irrespetuosas

Esta clase de persona suele ningunear e infravalorar a los demás. Su forma de proceder puede ser diversa, incluso alguna utiliza el lenguaje pasivo–agresivo: un día te dice que eres imprescindible para la empresa y al siguiente te trata como a un inútil.

Se caracterizan por sus malas contestaciones e incluso insultos. Cuando cruzan esta línea, son más fáciles de detectar, pues es un signo de toxicidad evidente y que genera malestar en cualquier lugar.

 

2) Sujetos agresivos y con tendencia al conflicto

Son personas con dificultades para actuar como adultos funcionales, con escasa capacidad para manejar sus emociones. Esta clase de sujeto es capaz de protagonizar berrinches como si fuera un niño de cinco años.

Lidiar con estos individuos agota a cualquier persona, drenan la energía y las ganas de trabajar de los compañeros. Es rara la semana que este prototipo de empleado/jefe no tiene un conflicto con alguien.

 

3) Culpan a los demás de sus errores

Su incapacidad para asumir una equivocación los delata. Por lo general son incompetentes que, además, no muestran la intención de dejar de serlo. Tienen tendencia a culpabilizar a otros por sus fallos.

Es difícil tratar con estas personas, puesto que a veces son grandes manipuladores y llegan a recurrir al chantaje emocional. Si cuentan con el favor de un “jefe” o alto cargo, pueden llegar a dejar por los suelos la química de los equipos de trabajo donde se encuentran.

4) Los que ridiculizan a los demás

Encajan en el prototipo de «compañero» con aires de superioridad, que intenta hacer humor a costa de los otros. Está bien ser sarcástico, pero no cuando ese sarcasmo se usa de forma recurrente para dejar mal al prójimo.

Sus ataques tienden a ser pasivos, si alguien les llama la atención, se excusan en que solo son bromas. El problema que tienen estas personas es que no son capaces de distinguir entre lo que es una broma y una falta de respeto.

En ocasiones esta clase de sujetos esconden grandes inseguridades y se escudan en tratar de desprestigiar a los demás para camuflarlas.

5) Negatividad como norma

Este tipo de persona nunca se muestra satisfecha, siempre lo ve todo desde un prisma negativo. No estamos hablando de los empleados que emplean autocrítica o quieren ser realistas con los objetivos, sino a esa clase de sujetos que, en cualquier contexto y situación, siempre lo ven todo negro.

Los individuos en cuestión frecuentemente ven problemas a su alrededor y, además, no aportan soluciones. Su negatividad y pesimismo pueden acabar contagiándose a los compañeros de trabajo.

6) Excesivamente controladores

Aunque actúen con buena fe, pueden llegar a ser asfixiantes para el resto. En ocasiones denotan una falta de confianza en sus compañeros, muchas veces sin fundamento. Es un prototipo de empleado que siempre se encuentra nervioso y tiene dificultades para controlarse, llegando a sobrepasar los límites de lo razonable.

Al cuestionar siempre al resto de trabajadores, puede llegar a hacer que estos se sientan muy incómodos bajo su presencia, e incluso inseguros. Sobre todo, si es su superior directo. Normalmente son personas cuyo problema es la inteligencia emocional y que, en el fondo, actúan sin malas intenciones.

7) Los sabelotodo

Todos conocemos a alguien que no tiene ningún atisbo de humildad y que actúa como si lo supiera todo. Los de esta índole, en ocasiones, incluso intentan apropiarse de lo que han conseguido otros.

Además, suelen ser individuos con una competitividad enfermiza. Ser competitivo no es malo, al contrario, puede ser un rasgo muy positivo, pero no cuando se canaliza en el desprecio a los demás y a tratar de quedar por encima, pisando en el camino a tus propios compañeros.

Si su cargo le hace estar en posición de dirigir a equipos de trabajo y tener subordinados, puede llegar a ser extremadamente dañino para el ambiente laboral. Les cuesta escuchar las opiniones de los demás y tienen tendencia a criticar en público a sus compañeros.

8) Los manipuladores

Los sujetos de esta índole sienten especial predilección por las tergiversaciones y el esparcimiento de rumores mal intencionados. La mayoría de los malentendidos en la oficina suelen tener la raíz en la intervención de estas personas. Son especialmente habilidosos en el chantaje emocional y en conseguir poner a quienes integran el equipo en posiciones encontradas, en función de lo que al manipulador le interese en ese momento.

No respetan las normas sociales y tienen escasa empatía, pero sí poseen buenas habilidades comunicativas, lo que los lleva a utilizar con eficacia las medias verdades para conseguir su propósito. Este tipo de toxicidad es de las más peligrosas, puesto que puede acabar generando climas de trabajo muy inestables. Además, son difíciles de detectar, puesto que tienen la habilidad para caerle en gracia a la mayoría de sus compañeros, que no son conscientes del tipo de persona que tienen delante.

 

Como hemos visto, hay diversos rasgos en los que nos podemos fijar para ver si alguien es tóxico en el trabajo. Hay personas que aúnan varias de estas características y otras que solo muestran una, por lo que es difícil definir un arquetipo de “persona tóxica”. Lo que sí suelen tener en común son sus efectos: acabar con la química entre compañeros y crear un ambiente de trabajo asfixiante, con el correspondiente bajón en el rendimiento de la empresa y un malestar generalizado.

¿Habéis sido capaces de detectar alguna vez una conducta como las que hemos nombrado? ¿Cómo habéis reaccionado? Os leemos.

 

Por: Sergio López – Digital Content

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