Workaholism: cuando el trabajo se convierte en adicción

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¿Estás seguro de que la causa de tu estrés en el trabajo es tu jefe y no tú mismo?

Cada vez más personas se auto explotan deliberadamente en su propio trabajo, incluso llegando a perjudicar su salud física y mental. La adicción al trabajo, workaholism, representa un concepto clave en el estudio de la psicología del trabajo y de las relaciones laborales en la actualidad. Es definida por primera vez por W. E. Oates, psicólogo norteamericano, que utilizó este término para referirse a su propia relación con el trabajo, comparándola con el alcoholismo: de aquí la unión de work + alcoholism. Oates la definió como una necesidad excesiva e incontrolable de trabajar, que le afectaba en su esfera personal, sus relaciones personales y su salud física y psíquica.

A partir de aquí, varios autores en los años venideros han hablado sobre la adicción al trabajo como una involuntaria incapacidad de romper con la compulsión a trabajar, generada a nivel personal por presión interna.

 

¿Fenómeno positivo o negativo?

Según un estudio de Forbes (2019) publicado en el blog Morning Future, el 66% de los millennials sufre de workaholism: el 63% de ellos trabaja estando de baja y el 70% está activamente trabajando durante el fin de semana, aunque la empresa no se lo pida directamente.

Está claro que un trabajador tan entregado a su compañía como para trabajar incluso estando enfermo puede ser muy valorable para un jefe. Una persona dispuesta a hacer sacrificios y renuncias por el bien de la empresa puede llegar a ser un recurso importante para la misma.

Un workaholista no concibe cogerse una baja por enfermedad, para él no existen puentes o días festivos (y, si los coge, será por obligación y lo podrás encontrar con su ordenador en la playa de Ibiza, o haciendo calls en el hall de un Hotel).

¿A quién no le gustaría tener un trabajador así en su empresa? Pues en apariencia a nadie. ¿Además, estamos realmente seguros de que todo esto es realmente positivo para la empresa?

Robinson (1998) compara la dependencia del trabajo con los trastornos obsesivos, donde la persona tiene reglas internas muy estrictas y auto impuestas, y que se caracteriza por una escasa auto regulación emocional: los workaholistas son personas que nunca están satisfechas con sus resultados, que viven con fuerte estrés cada situación en la que no tienen el control absoluto y que son tan competitivas hasta el punto de “intoxicar” a los compañeros de su alrededor.  Son personas que suelen alternar intervalos cortos de tiempo de buen rendimiento a intervalos más largos donde la fatiga física y mental interfiere con el buen funcionamiento laboral. ¿Todavía estás tan seguro de que tu empresa necesita a workaholistas?

El workaholism, como cada adicción, alterna la sensación de plenitud que produce cumplir las tareas de trabajo a un síndrome de abstinencia, que hace que el sujeto experimente cambios de humor y trastornos de ansiedad hasta llegar al síndrome del burnout. Está claro que este comportamiento no sólo afecta al ámbito laboral, también tiene fuertes repercusiones en la esfera social del individuo, que tiende a aislarse cada vez más y a no dar ninguna prioridad al cuidado de la esfera privada, dañando también sus afectos.

¿Workaholic o Stakanovista?

A raíz de esta descripción, seguro que a alguien entre los lectores de este artículo se le ha pasado por la cabeza de pensar “pues yo también me quedo más de lo normal en la oficina”, “yo nunca apago el móvil de empresa, ni los findes”, “realmente llevo desde Navidad sin pedirme un día de vacaciones”, “está claro que, si voy atrasado en el trabajo, trabajaré durante el finde”. Pues no te preocupes, a todos nos ha pasado alguna vez y, por ello, hace falta diferenciar los workaholics de los stakanovistas: esta categoría de trabajadores, a pesar de que estén muy ocupados y dedicados a su trabajo, hasta el punto de dedicarle más tiempo de lo establecido por la empresa, son capaces de delimitar claramente los momentos en los que se dedican a su esfera profesional y aquellos en los que mantienen espacio para sus pasiones, intereses y relaciones personales. A un stakanovista le podrá pasar que algún día puntual trabaje más de la cuenta o que algún finde suelto encienda el ordenador para controlar alguna cosa, pero siempre serán casos aislados y puntuales.

¿Cómo nace el Workaholism?

Las preguntas que surgen al leer todo esto, son: ¿cómo nace esta adición al trabajo? ¿cuáles son los factores que desencadenan este círculo vicioso e irracional?

Las motivaciones por las que una persona empieza a trabajar más de lo normal son variadas: la presencia de problemas económicos, personales o familiares, el deseo de cumplir las expectativas de los superiores, la fuerte ambición de hacer carrera (Schaufeli, Taris y Rehnen, 2008). A estas se les une una idea, arraigada en la sociedad, que tiende a confundir el ‘’hacer’’ con el ‘’ser’’, provocando una profunda identificación y sentido de pertenencia con su proprio trabajo.

Otro factor que juega un rol determinante es la cultura y el entorno de la organización del trabajo, es decir, los valores compartidos. Algunas empresas o industrias basadas en determinados principios pueden apoyar o incluso provocar la adicción al empleo. Por ejemplo, reforzando y promoviendo el exceso de trabajo y la competitividad (Schein, 1990). Aunque no hay suficientes estudios al respecto, los expertos creen que hay ciertos tipos de trabajos que fomentan más a la auto explotación: empleos por objetivos, cargos gerenciales y altos cargos, puestos de mucha responsabilidad también pueden hacer que los trabajadores tengan más riesgo de caer en el Workaholism.

Sin embargo, es bueno recordar que esto por sí solo no es suficiente para activar una obsesión como el Workaholism. De hecho, las personas que sufren de esta adicción ven el trabajo como una evasión, un escape de algo que les hace sentir mal. Snir e Harpaz (2012) definen tres subtipos disposicionales: los devotos del trabajo, los que lo utilizan para evitar la intimidad y las relaciones y los que buscan en el empleo una alternativa al ocio, que perciben como aburrido.

 

Indicadores de dependencia del trabajo

Tronci (2019) nos hace un perfecto resumen de los indicadores que caracterizan a un Workaholist:

  • Abuso de la actividad laboral, con desempeño de más de 8-10 horas diarias, sin distinción entre días festivos y laborales.
  • Sensación de vacío, nervios y angustia cuando no se trabaja.
  • Miedo irracional a ser despedidos.
  • Constantes pensamientos sobre cómo resolver o avanzar sobre ciertos temas laborales, en circunstancias ajenas al trabajo.
  • Imposibilidad de despegarse del ámbito profesional, dedicando a ello también el tiempo libre a través de lecturas, investigaciones y otras actividades inherentes.
  • Excesiva disponibilidad para sus compañeros de trabajo o negación de la información que necesitan para trabajar de forma autónoma, insistiendo en cambio en mantener el control de la situación personalmente.

Efecto Covid-19

Las nuevas modalidades de trabajo, provocadas por el confinamiento fruto del Covid-19, dieron pie a la aparición de ciertos cambios repentinos en la vida de los trabajadores. Éstos, reaccionaron de maneras diferentes. El trabajo a distancia tuvo diversos resultados positivos. Por ejemplo, reducción de los gastos de desplazamiento para ir a la oficina, mayor productividad, ahorro de tiempo y, como consecuencia, mayor satisfacción y posibilidad de organizar la vida  fuera del trabajo.

Sin embargo, también se han producido efectos negativos. Los más destacables son, seguramente, el estrés y la imposibilidad de desconexión digital causada por el uso constante de internet, correo electrónico, mensajería instantánea y smartphones.  Además, trabajando en casa, se perdió buena parte del contacto humano al que estábamos acostumbrados yendo a la oficina, aumentando así la sensación de soledad.

Entre todas las personas afectadas, justamente los workaholistas fueron los que sufrieron más estos efectos, ya que padecieron un sentimiento de frustración y culpa al percibir este cambio como un obstáculo a su rutina habitual y a su productividad profesional. Además, esta situación contribuyó a acentuar a uno de sus tratos principales: la incapacidad de respetar los límites entre el trabajo y la vida privada.

 

¿Qué podemos hacer como empresas para que esto no pase?

Aunque las publicaciones y los estudios sobre el workaholism están aumentando, el escaso material sobre el tema hace que el fenómeno de la adicción al trabajo y la auto explotación sea difícil de detectar, prevenir y tratar. El único caso del que tenemos un ejemplo experimental es el estudio de Shonin, van Gordon y Griffiths (2014) donde el apoyo psicológico y el mindfulness ayudaron a la recuperación del paciente. Sin embargo, está claro que esto no es suficiente para poder crear un protocolo a seguir en estos casos.

En cuanto a la prevención, las empresas y los jefes desempeñan un papel fundamental. Sería importante un cambio cultural en las empresas sobre la importancia de tener un equilibrio entre el trabajo y la vida personal. No se debería fomentar el exceso de horas extras, de rendimiento y de competición, sino que cada empresa tendría que esforzarse para crear un entorno saludable con relaciones de colaboración entre los empleados. Cuando sea posible, puede ser útil ofrecer, entre los beneficios de la empresa, programas de apoyo psicológico y asociaciones que animen a los empleados a cultivar actividades y relaciones extralaborales.

A nivel individual, la adicción al trabajo puede prevenirse haciendo un balance periódico del tiempo que se dedica al trabajo, al cuidado personal, a los intereses y a las relaciones.  Es útil escuchar las propias necesidades y tomarse un descanso cuando sea necesario, evitando sobrepasar los propios límites. Puede ser útil planificar el tiempo libre en un calendario, equilibrándolo con la carga de trabajo y tratar de respetarlo dándole la misma importancia. Dada la conexión ya indisoluble entre la mayoría de los trabajos y la tecnología, también podría ser muy útil establecer tiempos de desintoxicación y desconexión de los dispositivos electrónicos.

En conclusión, mientras avanzan los estudios que permitirán reconocer, entender y clasificar debidamente el workaholism, corresponde a las empresas crear el diálogo y los entornos adecuados para que los trabajadores sigan trabajando para vivir y no viviendo para trabajar.

 

Por: Isabella Cini – People Consultant

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